jueves, 28 de julio de 2011

Parte 6

Al principio del mil novecientos setenta y cuatro, se entró en negociaciones con la firma Unión Económica Estatal
Balkancar de Bulgaria. La más importante fabrica de carretillas elevadoras por aquel tiempo de Europa, para distribuir en España. Fueron presentadas en la Feria el mismo año conjuntamente con la nuestras. En la sala de sesiones del Comité Ejecutivo de la Feria se firmó el contrato en presencia del Sr, Stanko Ranguelov, jefe de la representación consular y comercial de la Republica Popular de Bulgaria.



 La primera importación fue de cincuenta máquinas, entre eléctricas y térmicas. El precio de ellas era político y dejaba buen margen, se podían vender a un precio muy competitivo. Lo que no era competitivo fue la calidad. Se vendieron algunas, pero la mayoría de ellas  volvían  a casa con una serie de problemas difíciles para nosotros de resolver. La casa Balkancar respondió bien  ante estas dificultades. Enviaron un equipo de hombres y material para solucionar los defectos. Pasaron un año intentándolo,  pero fracasaron, ya que era un defecto de fabricación de la maquina. Las máquinas se vendieron a bajo precio, y el resultado fue un desastre. 

A pesar de este contratiempo. Durante cuatro años, nuestra vida se convirtió en un camino de rosas.


Nuestro barco seguía navegando  mar a dentro viento en popa y a toda vela.
Después de treinta años nuestro sueño se había hecho realidad, Sentíamos satisfacción de todo lo que habíamos conseguido. El nombre de Alfaro dentro el sector de la cerámica era conocido de punta a punta del país, había cruzado fronteras e  incluso el continente. Éramos los  únicos en España de Carretillas Elevadoras que trabajábamos sin licencia extranjera y todo se había hecho por méritos propios; vuelvo a reiterar que llegamos más lejos de lo que jamás pudimos imaginar.


En mi departamento tenía  a Pere Marti, un contable joven, hijo del pueblo. Empezó a trabajar conmigo a la edad de 14 años, un chico muy inteligente que hizo su carrera universitaria con becas y trabajando en casa; era mi mano derecha y la persona de más confianza- Gracias a él, podía acompañar a mi esposo cuando se trataba de viajes de ocho días, de este modo pude recorrer de punta a punta toda España. Conocía la mayoría de las cerámicas, así, como todo su proceso, desde el barro a las balsas.  Hasta que salían los ladrillos de las máquinas y eran transportados a los camiones.
Siempre mis viajes habían sido de trabajo, pero  un día me propuse hacer un viaje en plan turístico junto a mi hija. Nos lo organizó una Agencia, y tuvo una duración  de tres semanas, visitamos Japón, Filipinas, Hong Kong y Tailandia.

Veinte horas de avión necesitamos para  llegar a Japón. Hicimos parada técnica en Alaska. Siempre en dirección al sol, el cual, nos acompañó todo el viaje.

Pasamos diez días  en Japón, entre Tokio, Kioto y sus alrededores. Visitamos muchos Templos, dentro  de ellos había unos jardines fabulosos; eran una maravilla.

En Kioto tuvimos un día de descanso y aproveché  para ir a Hiroshima con dos jóvenes del grupo. Ninguno sabía inglés; llevábamos escrito en un papel la dirección para ir a la estación, la gente nos atendía bien y no tuvimos ninguna dificultad.

A pesar que Hiroshima queda a muchos kilómetros  de Kyoto, con el tren bala llegamos en pocas horas. Me gustó, ver esta ciudad reconstruida, tan bonita y cosmopolita.

Donde cayó la bomba hay una gran plaza, con un  Arco como Monumento, en memoria de las personas que perdieron la vida y una llama encendida desde aquellos días.

No muy lejos queda el esqueleto de una casa como recuerdo.
Junto a esta plaza, hay un Museo donde está  expuesta la ropa y objetos,  tal como quedaron después de la bomba. Debajo  de la plaza, hay una sala donde se proyecta continuamente un documental de la tragedia de aquellos días. Estremecía ver aquellas escenas tan dramáticas, ponía la piel de gallina.  Al hotel regresábamos al anochecer.
Al día siguiente fuimos a la isla de las Perlas. Unas chicas hicieron una demostración simbólica, sacando ostras del mar como en los tiempos primitivos. Visitamos la fábrica y nos enseñaron todo el proceso de la crianza de perlas. Es un trabajo muy delicado, sacrifican una ostra sacándole un órgano determinado y hacían siete trozos,  los introducían  cada uno en  otras ostras. Eso les provoca una especie de baba que envuelve al núcleo; así nace la perla, más grande o más pequeña según el tiempo que la tuviesen en el  mar. La sala de exposiciones era maravillosa, cantidad de piezas incrustadas de perlas y joyas de diversos diseños.



Filipinas fue el segundo país que visitamos. Solo estuvimos tres días. A pesar de que  pudimos ver pocas cosas, sí  hicimos dos visitas muy interesantes que me gustaron.
Aunque parezca contradictorio una de ellas fue un cementerio; un inmenso jardín que de lejos la nítida verdor de la hierba estaba cubierta de lirios blancos, más al estar junto a él veías solamente centenares de cruces blancas donde debajo de ellas centenares de hombres dejaron la vida en la segunda guerra mundial.

El segundo día hicimos una excursión muy divertida y original. En una piragua con  dos nativos cada una y ligadas en fila india salíamos del  mar para adentrarnos en el río Pagsanjan. Una vez ya, en el curso del río,  desligaron las piraguas y cada cual iba a su aire. Al ir introduciéndote en el río parecía que entrabas en un túnel sin techo. Como si el río hubiera abierto una brecha en la montaña y la hubiera separado, dejando los laterales; estos eran unos muros verdes tan altos, que solo veías río y cielo. Conforme te ibas acercando a su nacimiento  el panorama cambiaba, tornándose  más agresivo y accidentado; llevaba poco agua y cantidad de grandes piedras en medio, que los nativos esquivaban golpeando con el pié para dirigir la piragua.
Tanto  Ana como,  yo pasamos momentos de miedo, pero valió  la pena ver donde nacía el río; saltaba el agua desde  dentro de las montañas y bruñía en medio de las piedras. Un espectáculo maravilloso.

El tercer país a visitar fue Hong Kong donde también pasamos tres días. Una ciudad muy bonita y moderna, dedicamos dos días recorriéndola visitando centros comerciales. El tercer día hicimos una excursión a Macao con un barco JET FOIL no se ciertamente si tenía este nombre, el caso es, que  este  navegaba a unos cincuenta centímetros sobre el agua. En este país se podían  comprar objetos de decoración muy baratos. En su recorrido llegamos hasta la frontera China, donde había guardias y a pocos metros antes, ya estaba prohibido el paso.

Cogimos un  vuelo a Tailandia los tres días que quedaban. Nuevamente visitamos Templos  de construcción más rica que en Japón pero con menos jardines.

Pasamos un día en un pueblo preparado para los turistas, donde presentaron todas las culturas del país; danzas, un casamiento, ceremonias del té y muchas otras cosas que ahora no recuerdo.
A la entrada del recinto había diversos animales salvajes. Ana estaba mirando un elefante, estaba indecisa en subir o no, la animé y decidió dar una vuelta  por el recinto. Junto a todo esto,  había unas treinta personas preparadas con máquinas de filmar y fotográficas  alrededor de un chico que llevaba una serpiente en el cuello  esperando quién se atrevía a ponérsela de igual manera. Yo pensé que si estaba allí no podía hacer daño y decidí colgármela. No puedo negar que me daba un poco de angustia, tenía  mi mano sobre su cabeza y se movía suavemente por mi cuerpo y pierna; me llegaba casi a los pies.
De este país,  tengo una anécdota que la recuerdo muchas veces por tener en mis manos el motivo que la provocó.
Durante el viaje,  varias veces la guía nos advertía que tuviéramos cuidado al comprar regalos, porque en Tailandia podíamos compras joyas maravillosas por poco dinero. Yo iba tranquila,  llevaba la tarjeta del Diners  desde lo que me había ocurrido en Italia. No obstante,  era la primera vez que la utilizaba. Junto con la guía fui a comprar unas joyas,  las pagué con la Diners.
Al día siguiente,  en el hotel oigo mi nombre por el altavoz para que me presentase en recepción. Me esperaba allí un empleado de la joyería y me dijo que su jefe me quería ver porque  la  Diners no aceptaba el pago. Dije a mi hija; Ana todo mi gozo en un pozo. Seguidamente la guía me acompañó a la joyería. El dueño me explica el problema. Cojo el estuche. Se lo doy, ya que no dispongo de dinero. El hombre me mira, me pone el estuche en mi mano y me dice; lléveselo, tengo un sobrino estudiando en Madrid y por navidad vuelve aquí. Pasará a cobrarlo. Efectivamente en aquellas fechas paso un muchacho a cobrarlo. Al llegar a casa pregunté al Diners porque no se hizo efectivo, se disculparon diciéndome que era la primera operación y era mucho dinero y no tenían referencias mías.

Como anteriormente he dicho, varias veces acompañaba a mi marido si se trataba de estar solo ocho días fuera de casa. Yo estaba plenamente satisfecha; era igual que fuéramos al norte o al sur, éramos bien recibidos en todas partes, siempre parecía que estaba en mi tierra. Joaquín era un hombre ejemplar, incapaz de engañar a nadie, siempre dispuesto a ayudar desinteresadamente a quien lo necesitara. Esto,  el cliente lo valoraba, se había ganado su confianza.

También le había acompañado algunas veces a Italia y Alemania así como en Congresos  Internacionales.  Uno de estos se celebró en Jerez de la Frontera de donde guardo un buen recuerdo.  Sencillo pero emotivo.
Estábamos esperando la hora de comer cuando se presentaron en el grupo que yo estaba  dos muchachas de unos veinte años preguntando por la señora Alfaro, soy yo, conteste; me abrazaron y me dieron un beso diciendo que hacía años querían conocerme porque su padre les habían  hablado tanto de mi, que  querían saber quién era esta señora que, cuando ellas hacían un trabajo que a su padre no le gustaba les decía: la señora Alfaro eso no lo haría. Sonriendo les dije, pues aquí me tenéis, pero me parece que vuestro padre es un poco exagerado. Eran  hijas de un cliente de los más importes de Bailén. Muchas veces había estado en su fábrica y me apreciaba.

Nuestro hijos al terminar el bachillerato no quisieron continuar estudiando. En aquel momento, significó  un trauma para nosotros. Siempre había pensado que tuvieran una carrera universitaria y nos sentimos unos padres  fracasados. En parte yo me sentía responsable de este fracaso. A pesar de que desde que nacieron yo siempre hacía las cosas pensando en su mañana, no fui ninguna madre modelo.  Había puesto más atención a la empresa que a ellos. Consideraba a la empresa como  a un hijo enfermo que necesitaba protección. En cuanto a mis hijos de verdad, habían disfrutado de buena salud y no tenían problemas salvo en los estudios. Cometí una gran equivocación.

En el año mil novecientos setenta y cuatro Joaquín  fue concejal del Ayuntamiento y al siguiente año nombrado por el Gobernador Civil, pasó a ser el alcalde del pueblo. Cuando le llegó la notificación me pidió opinión y yo le dije que no me gustaba. Me expuso el porqué.  A  él le gustaba  el cargo y lo encontré más que razonable. Recordaba las críticas que nos habían hecho la gente del pueblo y las burlas que tuvimos que aguantar cuando empezamos esta lucha. Me prometió que a los dos años presentaría la dimisión. Evidentemente, a los dos años a pesar de que aun tenía el cargo, no ejercía por motivos muy diferentes de lo que se había previsto.

En estos mismos años, no recuerdo exactamente, la suspensión de pagos de la empresa SOFICO de Málaga nos causó indirectamente un gran trastorno. Esta Empresa Constructora se había extendido como un pulpo por toda la costa malagueña y de ella vivían muchas empresas de la provincia. Esta suspensión hizo caer a pequeñas empresas y tambalearse a muchas grandes, en particular del sector de la cerámica.
Nosotros en poco tiempo habíamos suministrado carretillas elevadoras a la mayoría de cerámicas de aquella zona con un financiamiento a tres años. El crac de la Constructora deja a los ceramistas en una situación económica imposible de hacer frente a los pagos de las letras en su día; cosa que directamente repercutía en nuestras economías, con el agravante que las entidades bancarias declararon zona catastrófica económicamente a  la provincia de Málaga y durante un tiempo no admitieron ninguna letra dirigida a esta provincia: Nosotros teníamos en cartera letras que no se ponían en circulación hasta el último momento, más las devoluciones. Representaba mucho dinero bloqueado.
El representante de la zona, se vio impotente para cobrar o recuperar máquinas. Pidió nuestra ayuda. A Joaquín lo esperaban en Italia, por lo que no podía ir. Fui yo en avión. El Sr. Coén,  nuestro representante me esperaba en el aeropuerto. Este, era catalán, casado con una malagueña hacía años y conocía bien el carácter del empresario y como actuaba. Cuando le dije que quería visitar las fábricas. Se esforzó muchísimo para hacerme entender, qué allí,  los amos no los encontraría en el despacho de la fábrica, sino en una cafetería por la noche, donde acostumbraban  reunirse cuando tenían que  hacer algún trato. No me  convenció, y quise ir a la fábrica. Hacía un calor asfixiante. El era alto y grueso,  no paraba de sudar, estaba empapado, como si se acabase de  duchar.  Continuamente bebía cerveza que llevaba en el coche. Efectivamente, el dueño no estaba. A las once de la noche en la cafetería nos pusimos en contacto con ellos. Y sí,  los cuatro días que estuve allí, no recuerdo jamás,  haber sudado y cogido  tanto polvo, como en  aquellos días. El sr. Coén, era una bellísima persona y de muy buena fe, cuando íbamos a las fábricas entre el polvo y el calor,  cuanto más bebía, más sudaba.  Me miraba con una cara de cansado que daba lástima y me decía; señora María,  usted nunca se cansa? Igual que tu, le contestaba, pero he venido a  hacer un trabajo y si puedo hacerlo en cuatro días no estaré cinco. Yo interiormente pensaba,  estarás descansado cuando me vaya.
El resultado de este viaje fue bastante positivo aunque no conseguí todo lo que quería. Sin exigencias convencí  al  cliente, haciéndole ver, que la demanda del ladrillo había bajado mucho, por lo que podían prescindir de una de las dos máquinas que les habíamos mandado recientemente. Eran buena gente y continuaron siendo buenos clientes. Total, recuperé dos máquinas y letras avaladas por el Banco por el valor de dos motovagonetas.

Durante este tiempo y a pesar de que se trabajaba, las restricciones bancarias cada día eran más severas,  te las veías negras para hacer frente a los pagos de los proveedores y muchas veces endosamos letras de nuestros clientes; muchas empresas nos convertimos en pequeñas entidades bancarias.
En aquellos días en la Vanguardia publicaron  unas declaraciones del director del Consejo Superior Bancario tocando este tema. No me pude contener y escribí una carta a la Vanguardia pensando que no sería publicada,  y lo fue.
El recorte de periódico que guardaba  se me extravió, pero si tengo mi original que a continuación describo;

Sr. Director; Le  agradecería publicara mi escrito el que hago impulsada por las declaraciones del Sr., Lacalle en su periódico de fecha 6 actual calificando de “disparatadas” y “absurdo” los rumores según el sobre créditos y descuentos. No creo que la pequeña y mediana empresa (la que hoy parece ser va considerándose  elemento necesario en nuestro país) sea de la misma opinión.
Puede que más de una ante estas afirmaciones se ponga más tensa y nerviosa de lo que está, puesto que, después de estar viviendo tiempos difíciles agravados por la postura bancaria venga este señor a  explicarnos chistes de mal gusto.
Momentos difíciles que la pequeña y mediana empresa hará cuanto esté a su alcance para superar. No debemos olvidar que la mayoría de ellas han salido de la nada y situarse un poco, ha costado años de esfuerzo, tesón y sacrificio. No se, si, para bien o  mal,  lo que si es verdad, es que este hecho a convertido a nuestras empresas en parte de nuestras vidas y somos capaces de agarrarnos a un clavo ardiendo en tal de subsistir.
No obstante, aun eso, no podemos dejar al margen las manifestaciones del Sr. Lacalle.
Sin perder la calma, no estaría de más que nuestro director del Consejo Superior Bancario, el cual parece más bien un astronauta en funciones le invitáramos a bajarse de la luna y diera un paseíto a nuestra” querida ”pequeña y mediana empresa, tal vez pisando tierra firme se diera cuenta que la realidad contradice sus afirmaciones, la mayoría podríamos demostrarle que, entre letras impagadas y otras para negociar, nuestras oficinas se están convirtiendo en pequeñas entidades bancarias, a diferencia de estas, están sin liquidez.
Tal vez la “cautela” que  menciona dicho señor sea más sana para nuestro país, pero no debemos olvidar que este papel es producto de un trabajo realizado. Un trabajo que ha costado trabajo para encontrarlo, y una vez efectuado éste, tienes aun más trabajo para transformarlo en el elemento para seguir trabajando
Como verán “el verbo trabajar” es muy complejo en la pequeña y mediana empresa pero repito, no perdemos la calma ni el sentido del humor, porque si además, de lo que dice el señor Lacalle, juntamos lo que nos dice en la misma fecha señor Parga “sobre lo que dicen que dije sin haberlo dicho” nos vamos armar un lío tan grande que para desliarlo ya puede empezar la Seguridad Social a ampliar la plantilla de psiquiatras y manicomios, pues para aguantar,  van a  hacer falta. Maite R. (pseudónimo)
 que escribir esta carta no conduce a nada, pero dije lo que pensaba y quede satisfecha.

A finales del invierno, nos propusimos abrir mercado en Egipto. Teníamos un representante que conocimos cuando estudiaba en Barcelona. Se acercaba la Feria del Cairo y quiso que fuéramos a prepararla, cosa que hicimos junto con nuestro director comercial. Lo primero de todo fuimos a la delegación comercial de España a pedir información. La sorpresa fue que aquella gente no sabía nada de nada; además nos pidieron que al terminar la Feria les lleváramos toda la información que obtuviéramos. No hace falta decir que no lo hicimos. Unos años más tarde nos dimos cuenta por otros países que estas delegaciones en aquellos tiempos eran más simbólicas que efectivas. Jamás tuvimos ayuda ni colaboración en ninguna de ellas, solamente venían,  el día de España a celebrar el vino de honor y pasar por los stands con las autoridades del país (haciendo el paripé)
Al llegar,  nos encontramos con tres días festivos, yo quería aprovecharlos para hacer turismo. Joaquín se puso tozudo, decía que estábamos allí para trabajar y  no para hacer turismo. El representante sin decirnos nada,  se fue a una agencia de viajes y nos preparó un viaje de tres días a Luxor; mi marido,  refunfuñando aceptó.



Fue una excursión interesante; nos agrupamos  con unos argentinos muy agradables y simpáticos

Fuimos a ver el templo de Karnac, mejor dicho lo que queda de él. Es una obra inmensa que en su tiempo debió ser fabulosa. Altísimas columnas se aguantan en pié,  así como algún obelisco. Lo que más me impresionó fue el espectáculo de la noche de luz y sonido en el templo. En diferentes idiomas entre ellos el italiano pudimos entender un poco; explicaron la historia desde el primer Faraón que empezó la construcción.  Ibas andando y en cada  punto interesante de la historia, mientras hablaban,  quedaba iluminada. En la oscuridad de la noche verdaderamente impresionaba. Una vez terminado el recorrido, nos sentamos en unas gradas como si fuese un teatro, se iluminó todo lo que estaba a nuestro alcance. Sentí una emoción inexplicable. Al siguiente día visitamos el Valle de los Reyes y nos introdujimos en varias tumbas. Son muy profundas y con muchos escalones hasta llegar a ellas. Según el guía hacía muchos años que gente de otros países robaron todo lo que pudieron y quedaban solamente los sarcófagos y las pinturas de la pared.
Concretamente en  el Cairo  solamente visitamos las pirámides  y el recorrido por el Nilo.

 Nos paseamos por alrededor de ellas, yo, subida a un camello y Joaquín con un pequeño caballo. Cuando miro las fotografías parecemos Don Quijote y Sancho Panza.
La larga travesía por el río fue curiosa; por unos sitios, había unos animales (no recuerdo su nombre) parecían vacas con una joroba a la espalda, en otros, mujeres  lavando ropas y no muy lejos filtraban agua para beber con unas jarras grandes de cerámica. El último día de nuestra estancia en Egipto fuimos  a Alejandría en coche acompañados por nuestro representante Faisal y su esposa. Por el camino, nos explicó que las señales que se veían por la carretera eran de cuando la guerra, el campo de aviación estaba junto a ella y servía de pista de aterrizaje. En cuanto a la ciudad no puedo explicar nada, por ser un viaje dedicado completamente al trabajo. 

Pocos meses después de la Feria,   Faisal nos puso en contacto con un  ex ministro de cuando gobernaba el presidente Naser.  Más tarde,  fue embajador egipcio en la Embajada  Argentina,  hablaba bien el  español, al cual,  tuvimos que poner en contacto con una Empresa Constructora de Madrid conocida de Joaquín. Esta empresa se dedicaba a construir complejos turísticos y urbanizaciones de alta categoría. El egipcio (no recuerdo su nombre) estaba interesado en construir un complejo turístico alrededor de las pirámides,  este era el motivo de su visita. Vino con su esposa y yo también los acompañe a Madrid. La recepción que nos hicieron los madrileños fue espectacular. Supongo que seria para dar buena imagen.

Nos obsequiaron con una cena en una gran mansión apartada de la ciudad,  propiedad de uno de ellos. Las señoras iban engalanadas como para una noche de final de año en el Ritz. Mi esposo,  que conocía bien el carácter madrileño en este sentido, me  hizo ir bien preparada para estar a su altura.
Nos invitaron tres días en Mallorca “a pan y cuchillo” visitando zonas residenciales que habían construido. Cada noche era una fiesta,  me pareció que todos estábamos representando una comedia para deslumbrar al matrimonio que eran las personas más sencillas de aquel grupo. No obstante esto, me gustó aquella experiencia de entrar en un mundo desconocido para mí. Guardo como recuerdo los vestidos de aquellas fiestas. En Barcelona estuvieron dos días,  que estuvimos acompañándolos visitando la ciudad.
Después no habido más contacto con ellos.


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