jueves, 28 de julio de 2011

Parte 5

Las cerámicas cada día más mecanizadas, no fue difícil introducir la horquilla hidráulica.

El problema fuerte fue, con los horneadores, era personal que trabajaba a destajo y ganaba mucho dinero.  La máquina les estorbaba. Algunas veces hacían sabotaje. En Cataluña no costó mentalizar al trabajador, pero en Andalucía fue diferente. El amo se desentendía y dejaba la fábrica en manos de Joaquín y más de una vez le amenazaban. Una vez, estando yo en Málaga, mientras él ponía una máquina  en marcha, un trabajador le tiró un ladrillo a la cabeza y le hizo un corte. En vista de este hecho, el amo desistió de la compra, pero mi esposo se puso firme. 
Le costó quince  días hacer entender  a aquella gente  la necesidad de la máquina.

El viento soplaba a  nuestro favor, por lo que, el barco iba  ligero, a toda vela mar a dentro…el horizonte  claro; los objetivos que nos habíamos marcado hacía veintitrés años,  casi, casi, estaban a nuestro alcance. Pero el destino no estaba de acuerdo con nuestra bonanza, el viento dio  la vuelta y cambió el tiempo, de golpe nos encontramos dentro  de una mar  brava luchando nuevamente para no hundirnos.

En el año sesenta y nueve, murió  el padre de Joaquín después de una enfermedad que duró dos años.
En el mismo año, por orden gubernamental se expropiaron siete pueblos del área del Vallés,  entre ellos parte del nuestro y dentro de esta parte, a  nosotros nos cogió de lleno. El motivo.  Hacer una ciudad satélite para descongestionar Barcelona.
Era la cosa más absurda, ya que aquellos pueblos crecían por si solos.
Fue como una bomba; quedamos bloqueados, desorientados durante largo tiempo, hasta que nos mentalizamos. Se paralizó la construcción del taller, quedando  del  proyecto la parte frontal sin terminar.
Se formó una comisión con un abogado, (estaba afectado)  un fabricante de tejidos, dos agricultores y nosotros. Se presentaron recursos, cartas a todos los periódicos, y protestas en todos sentidos. Parecía que se había paralizado, pero no; hicieron un nuevo proyecto y cambiaron solamente el nombre  pero en definitiva el plan era el mismo. En casa era una locura; nosotros éramos los que estábamos mejor preparados para dar información a todos los afectados, que eran unos setecientos. Durante cinco años  nuestra máquina de fotocopiar  no paró, miles de copias informativas para que los afectados estuvieran al día de las gestiones de la comisión. Me convertí en la secretaria de la comisión, muchas fueron las noches que con mi hijo José a las tres de la mañana estábamos aún en la fotocopiadora.
A pesar de nuestros esfuerzos, el plan del Gobierno siguió adelante y seguidamente pagó las expropiaciones, más propias de una expoliación  que de una expropiación.  Pagaron a cuarenta céntimos el palmo y noventa el más caro. A nosotros nos tocó el más barato. Hicieron una valoración muy detallada sobre la industria para hacer el traslado a un precio que  no había ni para empezar. Eso provocó más recursos y más protestas, hasta que llegó al Supremo. Los agricultores pidieron aumento de precio y nosotros junto  con los demás industriales la liberación de la industria. Después de cinco años,  el Supremo  falló a favor nuestro, aumentaron el precio a los agricultores y liberaron las industrias mediante un pago de dos millones de pesetas. Según dijeron era para  la nueva infraestructura.
La devolución del dinero de momento no la reclamaron.

Mientras que nosotros estábamos pasando todos estos apuros. España continuaba en plena euforia, habíamos  conseguido tener una cartera de pedidos que sobrepasaba el año. La plantilla de trabajadores se aumentó a ciento treinta para poder cumplir los compromisos adquiridos. A pesar de que estábamos intranquilos esperando la decisión del Gobierno nuestra empresa crecía a todo ritmo. Los pedidos aumentaban cada día y disponíamos de dinero para hacer pequeñas inversiones. Compramos un terreno destinado a un polígono industrial  a fin de trasladar nuestra industria para cuando llegara el caso.
Joaquín fue uno de los cofundadores de DAMEX  y formó parte del Consejo Ejecutivo.

En el año setenta y dos, entusiasmada por la enfermera que teníamos en la empresa y que al mismo tiempo era fisioterapéuta quise montar un negocio. Me asocié con ella. A  condición, de que yo pondría el capital y ella la técnica. Abrimos un Centro de Rehabilitación  que bautizamos con el nombre de GIMSAUNA.
Lo diseñó y asesoró El Dr. Zaune, que tenía uno de los mejores Centros de Barcelona. Se equipó con los aparatos más modernos de aquellos momentos, importados de Alemania y Francia. Como complemento, se instaló una Sauna Finlandesa y un pequeño gimnasio. Se montó un Centro como pocos había en aquellos tiempos en Barcelona pero fue un rotundo fracaso.
Tuve dos graves errores; primero era un Centro demasiado avanzado para un pueblo donde la mayoría de la gente, al hablarles de una Sauna lo confundía con una Fauna. En segundo lugar, asociarme con una persona, que al ver que los resultados no eran los esperados, me abandonó y puso personal que no tenía ni idea de lo era un masaje.

Resistí cuatro años con grandes pérdidas. Equivocación que pagué cara a la hora de cerrar; no solo en dinero, sino por insultos y amenazas que recibí por uno de C.C.O.O. novio  de la chica empleada.

De aquel año tengo una anécdota de la primera vez que fui a la Feria de Milán sin mi marido.
Estaba interesada en comprar un aparato para el Centro que era presentado en aquella Feria. Fui con mi hijo José. Una vez terminado todo lo que quería hacer, fuimos de compras para hacer algún regalo a mi familia. El caso es, que yendo con mi esposo, jamás me había preocupado de pagar el hotel. Y cuando mi hijo me dijo; cuidado con gastar dinero, todavía tienes que pagar el hotel. Como si me hubieran dado un golpe en la cabeza, desapareció mi alegría en las compras y con el primer taxi que encontramos nos fuimos al hotel. Pido la factura, ya que al día siguiente teníamos que marcharnos. Me faltaban veinte mil liras (2.000 Ptes.) para cubrirla. Llamo por teléfono a mi amigo que vivía en Carpi con tan mala fortuna que no estaba y tuve que hablar con su hijo. Era por la (noche) y me dijo que por la mañana me haría un giro telegráfico. Tanto mi hijo como yo, nos fuimos a la cama sin cenar. Por la mañana sin esperar al giro telegráfico, ya que teníamos el billete de avión la misma mañana. Pensé que, devolviendo uno de los regalos tenía suficiente para pagar la factura, me fui al empleado de recepción y así se lo dije,  para que telefoneara a la tienda. No entendía el español y me pasó con otro empleado, este, tampoco, por lo que me pasaron con el  jefe de recepción. Este, si me entendió y me dijo que las tiendas de allí no aceptaban este cambio. Yo estaba molesta y avergonzada  porque  todos lo de recepción se habían enterado que estaba sin dinero. Además en aquel hotel conocían muy bien a Joaquín ya que hacía años se hospeda allí siempre que iba a Italia. Enfadada le dije; me da igual, un amigo me va a traer dinero. El lo interpretó mal, pensando que yo quería marchar y mi amigo pagaría la factura, me miró de mala forma diciéndome; usted no se marchará si no paga la factura porque yo  no conozco a su amigo. En vista de esto, mi hijo se fue a la terminal del aeropuerto que estaba cerca,  a cambiar el billete  por un vuelo  de la tarde. Mientras,  llaman por teléfono pidiendo por mí. Era mi amigo que preguntaba cuantas liras necesitaba; yo le digo al jefe de recepción dígale que veinte mil. Cuando termina de hablar me dice muy amablemente que no me preocupe que dentro de poco vendrá  su representante que tiene aquí en Milán y me dará cincuenta mil liras.
Aquel hombre se deshacía disculpándose por su  mal comportamiento.  Sin escucharlo, me fui corriendo hacia la terminal a buscar a José que todavía estaba haciendo cola. Después de todo este ajetreo, nos fuimos a desayunar que hacía horas no habíamos comido. No tardaron en traerme el dinero
Al despedirnos, a pesar de que yo no quería. El jefe de recepción nos hizo acompañar por un empleado para llevarnos los cuatro paquetes de mis compras que todos ellos no pesaban cuatros kilos.
Al llegar a Barcelona y pasar por la aduana, con mi buena fe o mejor dicho debido a mi ignorancia, al preguntarme que llevaba en una caja les dije; un cepillo para limpiar cristales; prácticamente ya había pasado la aduana, el empleado en broma me dice; esto, no llevara motor verdad?  ¡Si ¡ contesté, lleva un motorcito. Me mira  y me dice: ya puede volver a entrar y vaya a la oficina que todo lo que lleva motor tiene un cargo de aduana,
¡Demonios! Pensé. Hoy no aciertas ni una, yo sola, me metí en la ratonera. Fue una lección más que tuve que aprender en la escuela de la vida.

En el año mil novecientos setenta y tres, cuando la crisis del petróleo, nosotros teníamos una cartera de pedidos con entradas de dinero para dos años de trabajo y aun íbamos recibiendo. Al año siguiente tuvimos  el record en facturación; llegamos aproximadamente a los quinientos millones.



Aquel año fue fabuloso, nuevamente nuestro barco navegaba ligero mar adentro… Sin temor …un horizonte claro y hermoso, había llegado más lejos de lo que jamás podíamos  imaginar. La firma Alfaro era respetada por todos los que tratábamos; Bancos Proveedores, Clientes… En el pueblo era la tercera Empresa con más trabajadores. Humet, Roura y Alfaro tres Empresas autóctonas que en su día se crearon de la nada y daban  vida a la mayoría de  familias del pueblo de Santa Perpetua y de otros pueblos  que habían llegado de diversas provincias del país. Estos hechos, no solo eran en nuestro pueblo, si no en todos los pueblos de Cataluña. Centenares de hombres y mujeres de la postguerra  lucharon como nosotros e hicieron crecer a Cataluña demográficamente y también económicamente, y no gracias al Gobierno si no a pesar de él por los obstáculos que se interponían siempre cuando se tenían que hacer legalizaciones oficiales. También los vecinos del pueblo habían cambiado hacía nosotros, aunque todavía quedaba alguien que decía que habíamos tenido suerte; la mayoría reconocían que la habíamos buscado y que nos la merecíamos.

Como anteriormente he dicho en el año mil novecientos setenta y cuatro, llegó la notificación de liberarnos la industria, pero oficialmente no la teníamos. Después de cinco años de lucha  con el Gobierno habíamos conseguido la victoria. Tuvimos muchos  momentos que pensábamos que sería imposible salir de esa. Era la lucha de una hormiga contra un elefante, a pesar, de que teníamos razón dudábamos de poderlo conseguir.
No hace faltadecir la satisfacción que sentimos y poder trabajar sin la inquietud por la que habíamos pasado durante estos cinco años.
No obstante las obras de taller se quedaron paralizadas, en cuanto al taller cada día más mecanizado. En el  departamento de contabilidad tuvimos que comprar una N.C.R. de las más modernas debido a la cantidad de recambios  que salían cada día, esto causaba un trabajo enorme de facturación  y así terminamos  con los problemas.
Vistas de algunas naves del Taller

                               
Todos los años se hacían cursillos de ocho días para vendedores y dos veces al año a los talleres de servicio de asistencia de todo el país.
Las máquinas elevadoras seguían a buen ritmo en el sector de la cerámica. Joaquín siempre atento a las necesidades de estas industrias iba aumentando la capacidad de las máquinas y horquillas hasta conseguir llevar un paquete con toda la anchura del horno que redujo las horas de hornear. Los clientes ya no eran solamente clientes, si no amigos que sabían apreciar la bondad y nobleza de Joaquín que desde el primer momento estuvo siempre pendiente de sus problemas.  Jamás la competencia pudo entrar en el sector de la cerámica. Nosotros,  poco a poco nos íbamos introduciendo en diversas industrias.

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